sábado, 30 de junho de 2012

Una carta a Fran Gayo

Querido Fran: Es cierto que toda epístola (como cualquier forma de expresión humana: grito, quejido, carcajada, protesta, literatura, música, artes plásticas o audiovisuales...) requiere de su correspondiente réplica para completar su sentido último y primero, que es eso del acto comunicativo y todas las demás gaitas que enseñan en el primer curso de las facultades de Filología, incluso en la de Uvieo. En cualquier caso, como elogio general de tus Cartes Playes, cabe decir que esa función ya prácticamente la cumplían ellas solas, sin necesidad de réplica, pues desde la primera  conseguían algo no siempre fácil en unas letras: hacían pensar, invitaban a reflexionar o mejor aún, provocaban la inevitable reflexión.

Y pensar, amigo Fran, ya lo recordaba Pessoa a través de la voz de uno de sus heterónimos: incomoda como andar bajo la lluvia, cuando sopla el viento y parece que llueve más. Afortunadamente.

Hace unos setenta años, en una ciudad que también se llamaba Buenos Aires, un tipo extravagante, un médico gallego que había colgado la bata blanca para dedicarse a dibujar y al activismo político,  Alfonso Daniel Rodríguez Castelao, reanudó la escritura de unas notas que había comenzado a trazar en su primer destino como exiliado, la ciudad de Nueva York y les fue dando la forma de una especie de memorias o de disperso ensayo acerca del sentido de su vida al servicio de una nación que él y otros cuantos como él habían inventado inspirados por la revolución irlandesa de Pascua, los versos de Curros Enríquez y Rosalía y el recuerdo de las viejas luchas irmandiñas. El libro: “Sempre en Galicia” hoy se lee como una novela autobiográfica de tesis algo tostón y la mayoría de las reflexiones que Castelao se plantea sobre su patria gallega o han sido ampliamente superadas por la realidad de los tiempos o ya ni siquiera estaban en la realidad en el tiempo en que fueron planteadas. 

El propio Castelao es actualmente en Galicia un icono como su admirada Rosalía que se reproduce en camisetas de viejos galeguistas en bermudas o  en espejos kitsch de tascas nacionalistas de todo el país gallego, que abarca, como es sabido, todo el orbe terrestre. De todas aquellas ideas expuestas en el “Sempre en Galicia” y de las peliaguadas controversias que generaron entre el galleguismo del interior y del exterior (especialmente con los llamados “culturalistas” del círculo Galaxia-Piñeiro), así como de otras muchas ideeas generadas en las décadas posteriores: el movimiento Brais Pinto, la UPG, etc., lo que resulta indudable es que sirvieron para conformar un discurso de lo propio, de Galicia como patria cultural e identitaria (horrible palabrón) en la que reconocerse no para quedarse ahí, lamiéndose el ombligo en contorsionista autosatisfacción, si no para conseguir un poco de suelo real sobre el que poner los pies y comenzar a crear cosas nuevas. En una entrevista reciente tú mismo aludías al mérito del llamado Novo Cinema Galego...el asunto podría extenderse a una sinfinidá de manifestaciones creativas: literatura, música, artes, etc. y a la considerable industria cultural que se fue forjando en los últimos años en nuestra tierra vecina.

Los galeguistas fundadores de las Irmandades da Fala y de la Xeración Nós llevaban entusiasmados el estandarte acuñado por Eduardo Pondal: “¡Érguete e anda, coma en Irlanda!”. Y naturalmente ni Galicia era la fervorosa Erín de la rebeldía republicana ni nuestra humilde entelequia de país que llamamos Asturies tiene mucho que ver nin con la Galicia de Castelao ni con la Galicia contemporánea que tantos de sus vecinos envidiamos en bien de cosas.

En la Cuenca del Nalón tengo un amigo de toda la vida, un tipo que me lleva algunos años y que al cumplir los veinte tuvo la genialidad de decirle a uno que con quince o dieciséis intentaba dejarse una imposible barbuca Che Guevara: “Pablo, hoy cumplí veinte años. Ya soy viejo”. Bien, pues, este elemento amigo, Casimiro, hace tiempo que decidió resolver el asunto de la identidad cultural renunciando (bueno, ni siquiera lo consideró necesario) a su “asturianidad” para convertirse directamente en iberista galaico-portugués o al menos esa es la forma que se me ocurre de definir la identidad cultural que él defiende desde casi esa entrada suya en la vejez al cumplir los veinte. Suele estar más pendiente de la actualidad de Santiago, Lisboa o Río de Janeiro que de la d'Uvieo o Madrid, escribe versos y novelas (como su inacabada y espero algún día conclusa y publicada A Burla Negra) en gallego y sobre todo en portugués, y sueña como Unamuno, Torga y Torrente Ballester con una confederación Ibérica con capital administrativa en Lisboa. Por cierto, creo recordar, que antes de descubrir en el absurdamente desaparecido FICX, la verdad emocionante e inquietante de Pedro Costa, fue a mi amigo Casimiro, a quien le escuché ese nombre por primera vez.

Como Casimiro, el iberista galaico-portugués de L'Entrego, también al poeta Xuan Bello y a uno se nos ocurrió en cierta ocasión solucionar nuestras cuitas identitarias y existenciales recurriendo al amparo del lusismo. Fue una noche de San Mateo en la barra del Pinón Folixa. Celebrábamos la declaración de oficilidad del mirandés por el parlamento de Lisboa y después de despotricar contra el caciquismo sucursalista de nuestros políticos y la inopia interesada de las élites de esta tierra resolvimos que en cierto, nada ganábamos truñando (embistiendo) contra España y el españolismo...A fin de cuentas ¡qué culpa tenían los pobres españoles de Madrid, Villalpando o Madrigal de las Altas Torres de la estulticia de los representantes en Asturies de los principales partidos estatales!. Decidimos que lo más sensato y conveniente era solicitar la nacionalidad portuguesa. Si aquí no nos solucionaban el problema de nuestros derechos lingüísticos como ciudadanos y escritores nos haríamos portugueses, promoveríamos la difusión de esta alternativa y luego pediríamos amparo a las autoridades de Lisboa como minoría nacional astur-mirandesa.

Nunca llegamos a iniciar los trámites para nuestra nacionalización como ciudadanos portugueses. Sin embargo creo que desde aquella noche mateína de gin tonics y grandes ideas tanto Xuan como uno, como otros cuantos -sin duda inconscientes de ello y de alguna manera coincidentes en nuestra determinación- hemos venido actuando como si realmente se hubiese consumado ese desligamento radical de la Cosa Nuesa de los designios y los desvaríos del españolismo o de su expresión manifiesta en las élites sucursalistas y provincianas de Asturies y nuestra adhesión a un universo cultural e identitario más amplio, como por ejemplo el de la lusofonía, o el de la romanidad (todo la Europa diversa de la lenguas romances), el del atlantismo (de Noruega a Bretaña, pasando por Euskalherria, Galicia, México, Cuba, Argentina...), la vieja Europa campesina e industrial (a la que estamos más ligados que a ciertas áreas metropolitanas del estado)...en fin el planeta de las pequeñas naciones y el de las grandes, todo lo que en la tierra es redondo y dulce como una naranja, todo ese universo sin fronteras nos parecía más habitable que un pequeño mundo encerrado en sí mismo y en lucha imaginaria (nuevos Quijotes en singular batalla contra los gigantes de una imaginación calenturienta) contra un enemigo exterior que ni siquiera tenía la constancia de nuestra ínfima existencia.

Hace bastante que no nos vemos, pero Xuan Bello y uno, más de una vez nos dimos ánimo con una reflexión evidente: ¿Cuántos lectores puede tener V.S. Naipul en su isla de Trinidad? ¿Cuántos tuvo alguna vez Ismael Kadaré en Albania? El asunto no era tanto preocuparse por el destino de una obra, de un trabajo obstinado y vivido desde las propias entrañas de la conciencia, entre la comunidad humana de la que formábamos parte, como de lograr seguir nuestro propio camino con el mismo empeño y rigor con el que lo haríamos escribiendo en inglés, pongo por caso.

Si la tarea de todos los que nos embarcamos un día en la aventura de volcar nuestros sueños, nuestras ideas, nuestras ocurrencias u obsesiones, la memoria de lo que somos, en esta pobre lengua de aldeanos, faltosos y parias, no tiene continuidad en otros como nosotros en un futuro próximo o si todo esto que hicimos ni siquiera va a tener un destinatario más allá de unos pocos contemporáneos y unos menos curiosos de las rarezas mundanas de la otra orilla del porvenir, ¿quién puede asegurar que otras aventuras emprendidas en cualquiera de los idiomas más prestigiados y extendidos de la Tierra vayan a tener un destino mejor? Es el consuelo del poeta menor que Borges cifró en un par de versos: “La meta es para todos el olvido. Yo he llegado antes”.¿Y qué? Lo importante es haber hecho camino. Qué más da si luego lo ciegan las ortigas y el felechu.

Y en ese sentido, amigo Fran, uno se siente, en medio de las naturales tribulaciones y reconcomios de todo aquel que decide emprender su camino por su cuenta y ventura (el escritor...el cineasta, el músico, el pintor, el fotógrafo...como el corazón de Carson McCullers...es siempre un cazador solitario), bastante agusto y bien acompañado, no sólo de benéficas sombras protectoras como la de María Xosefa Canellada (coincido en tu valoración de ese relato impresionante: Malia, Marantia y yo), Fernán Coronas, Llorienzo Novo Mier, Mánfer, Xosé Álvarez, Nel Amaro, Xosé Antonio García, también de las presencias vivas que hacen menos solitaria y ardua esta ruta desde nosotros mismos hacia el lugar de todos en el mundo: nombres como los del ya citado -hermano- Xuan Bello, Antón García, Berta Piñán, Milio Cueto, Alfonso Velázquez. Miguel Rojo, Xuan Inaciu Llope, Xandru Fernández, Miguel Allende, Vanessa Gutiérrez, Ramón Lluis Bande,  Martín López-Vega, Xuan Santori, Pablo R. Texón, Rubén d'Areñes, Sofía Castañón, Pablo X. Suárez, Héctor Pérez Iglesias, Ana Vega, Sergio Gutiérrez Camblor...

Alguien familiarizado con nuestra cultura tradicional y muy escéptico hacia el futuro de la literatura en asturiano o de la propia lengua y su destino en la comunidad que históricamente la habló tal vez echaría mano de una metáfora como la del canto del urogallo, ese ulular misterioso y respigante con el que llama a la hembra desde su recóndito escondite en las espesuras del bosque y que sirve para delatarle ante el cazador al acecho. Nuestro canto puede ser que esté compuesto de la misma materia misteriosa y respigante que el del urogallo, pero en todos estos años, emboscados y alerta, nos hemos hecho un poco más sabios y maliciosos. Sabemos cómo burlar al cazador para que lo nuestro no se quede entre los matos revuelto en un montón de plumas y sangre o disecado como trofeo de caza en el salón tétrico de un bibliófilo. Cantamos para seguir cantando. Para bien o para mal, aunque los nuestros no nos entiendan y ni siquiera tengamos un cacho de tierra nuestra donde caernos muertos, somos el urogallo que burló al cazador. De momento.

Un abrazo y mis disculpas por haberme extendido tanto en algo que en nuestra lengua seguramente podría haberse expresado en tres palabras con esa frase que aquí lo mismo sirve para un roto que para un descosido: Fran, Ye lo qu'hai.

sexta-feira, 22 de junho de 2012

macorina


Bien de veces-y preguntaron a Chavela Vargas quién fuera Macorina. Ella sonreía con una mezcla de ternura y malicia o azorronaba. Dalguna vez contó que conociera a La Macorina en Cuba diba munchos años y que yera una muyer d'una belleza fuera de lo corriente, fía de chinu y mulata: "tenía la piel del color de la hoja de tabaco", según la comparanza de la mesma Chavela. Naide que viera a esa muyer podía escaecese d'ella. 

Nes sos memories, la gran cantante mexicana, amesta más detalles sobre Macorina. Cuenta que coincidió nuna fiesta en L'Habana nos años treinta col escritor asturianu Alfonso Camín y qu'ésti, acabante sentila cantar, allegóse a ella pa regala-y un poema; yera una d'eses composiciones nes que'l bohemiu de Roces tentaba recrear los ritmos y los temes de la música popular de Cuba (una sienda que diben siguir más tarde autores de la isla como Nicolás Guillén y que había conocese como poesía afrocubana). Falaba d'una rapaza tan curiosina y bien plantada qu'hasta les cañaveres d'azúcar se-y echaben a los pies pa qu'ella les moliera nel so molín, los sos pechos yeren carne d'anón (especie de piña) y la so boca una bendición de guanabama madura. Aquella muyer olía a mango y a caña nueva. 
Camín esplayóse abondo con Chavela emponderando la guapura de La Macorina, yera tan preciosa -dixo l'escritor- que la so belleza curaba y de la que pasaba pela cai salía-y al pasu, como les cañaveres del versu, la xente: homes, muyeres, la rapacería, vieyos y vieyes pa pidi-y que los sanara de los sos males. Esi yera'l significáu del estribiellu del son: "Ponme la mano aquí, Macorina/ Ponme la mano aquí".
Tiempu después la propia Chavela tuvo ocasión de conocer en persona a La Macorina. Tamién ella quedó completamente fascinada por aquella belleza capaz de curar. Tampoco pudo escaecese enxamás d'ella. 
Una nueche de soledá y alcohol, a primeros de la década del cincuenta, revolviendo papeles vieyos, Chavela atopó los versos de Camín. Cola aida d'un llapiceru y de la guitarra fue desfueyando'l poema hasta convertilu nun ensalmu, nel son desnudu y íntimu d'un cantar:

tus pies dejaban la estela
y se escapaba tu saya  
buscando la verde raya  
que al ver tu talle tan fino  
las cañas azucareras
se echaban por el camino
para que tu las molieras  
como si fueses molino
...
tus senos carne de anon
tu boca una bendicion  
de guanabana madura
y era tu fina cintura  
la misma de aquel danzon
...
despues el amanecer
que de mis brazos te lleva
y yo sin saber que hacer
de aquel olor a mujer
a mango y a caña nueva
con que me llevaste al son
caliente de aquel danzon 
ponme la mano aqui, macorina
ponme la mano aqui...

Apocayá, googleando a la busca noticies d'aquella muyer qu'inspiró el cantar más celebráu de Chavela Vargas, atopé un artículu firmáu por Josefina Ortega na revista cultural cubana La Jiribilla nel que se daba cuenta de la verdadera identidá de Macorina. Según los datos facilitaos por esta autora el so verdaderu nome yera María Constancia Caraza Valdés y naciera en 1892 en Guanajay, provincia de Pinar del Río. A los quince años llegó a L'Habana y bien lluego había facese notar en tola ciudá pola so belleza. Bailarina, prostituta de luxu y acompañante ocasional d'homes de perres, polo visto, siempre fui quien a caltener a salvu la so independencia y a disfrutar de los dones de la vida con una cierta fortuna que llogró collechar nesos años. Cambió de nome, fízose llamar María Calvo, instalóse nun pisín de la cai Galiano, xunta'l Malecón. En palabres de Josefina Ortega: “Con su rotunda hermosura y su atrevido peinado corto se exhibía por las calles habaneras, acaparando las miradas lujuriosas de los caballeros y el rumor escandalizado de las damas”.
El retratu que se reproduz nel artículu de la revista dixital cubana amuesa a una muyer de rasgos delicaos y sensuales nos que cuesta reconocer a la fía d'un chinu y una mulata, col piel del color de la fueya de tabaco, que remembraben Alfonso Camín y Chavela Vargas. Quién sabe si tamién ellos sucumbieran a la llienda y pa resaltar la belleza de Macorina quixeran valise de los arquetipos propios de la voluptuosidá caribeña. 

La suerte y les sos macanes, nun respetaron l'aldu máxicu que desprendía la Macorina per uquiera pasare y xugaron con ella igual que si fuere una mortal más. Col crack económicu de los años trenta les cartes vuélvense-y desfavorables y acaba perdiendo tola so fortuna. Sábese que llevó una casa de cites na cai Príncipe y que tamién nesti negociu-y fue mal. En 1958 la mítica revista Bohemia entrevístala nuna humilde casa de güespes de Centro Habana onde malvive: "Hoy no tengo ilusiones, pero sí paz. Vivo acompañada de la soledad”, declara la muyer que cuantayá sanaba -y seguramente envelenaba- cola so belleza. Per esi entós y hasta el so pasamientu en 1977 paez ser que se dedicó al oficiu de la santería. Ufiertando sacrificios a Changó y poniendo la mano la so fama de sanadora sobrevivió a la mesma muerte: güei na so tumba otres manes anónimes y enfotaes siguen dexándo-y flores y frutes, veles y puros encesos con vasinos de ron. 
 

terça-feira, 19 de junho de 2012

comida basoria

Güei vi a un home comiendo directamente d'un contenedor de basoria. Con una mano tenía pola tapa y cola otra pañaba a puñaos restos de comida qu'encarrilaba a la boca. Como ye natural nun m'aparé a reparar pa la escena, sicasí de la que pasaba paecióme entever que se trataba d'unos cachos de pizza y un mecigayu de patates frites, seguramente entafarraes de ketchup. Comíalo asina, a puñaos, esfozando na mano y chupando los deos. Tenía la cabeza guardada embaxo un capiruchu y les manes negres, nun sé si pol color del so piel o del color puru de la misera. Vilo esta mesma nueche, de la que pasaba colos perros al llau de la urbanización d'adosaos d'El Rinconín, equí en Xixón.

Hasta agora tenía visto -vese casi tolos díes- a xente qu'escarabica nos contenedores de basoria xunta dalgún supermercáu recoyendo productos caducaos y guardándolos en bolses o carros de la compra, sicasí nunca m'atopara con una escena tan atroz como la d'esta nueche. En pueblos pequeños onde ye corriente la presencia de perros ensin amu peles cais, bien de veces los viera revolviendo y esfocicando na basoria. Víalos y quedába-y a ún el corazón malagustu en comparando la vida d'esos perros caleyeros cola de los nuestros, avezaos a compartir un daqué del nuestru platu o el confortu del nuestru sofá y hasta la nuestra cama. La impresión d'acolumbrar a un ser humanu esfocicando na basoria nun ye que dexe un malagustu en corazón ye que te lu arranca del pechu y déxate dafechu xeláu, ensin sangre, nin alma. Sintiéramos a los nuestros pás falamos d'aquellos probes que vinieran a les cuenques d'Estremadura, d'Andalucía, de Portugal, a la busca un xornal  y qu'acababen arramplando coles algarrobes destinaes a les mules de los pozos mineros, de los gallegos, de los que se cantaba: cuando van a trabayar/lleven la barriga llena/de pataques sin pelar. Más d'una vez tien visto ún nel bayurosu comedor d'una sidrería a dalguna persona mayor, del tiempu de los nuestros padres, recoyer del suelu un chuscu de pan que cayera y besalu como cosa sagrao. Sicasí paez que nun tábemos preparaos pa ver nos nuestros díes a un semeyante procurando alimentu na basoria.

Un chistosu d'estos tiempos, un d'esos artistes multidisciplinares contemporáneos que s'esponen a ellos mesmos y a les sos ocurrencies, a ser posible tremendamente tresgresores, por dalgo más qu'un puñáu de dólares, hubiere alcontrao na escena d'esta nueche el leit motiv d'una perfomance a la que nun-y facía falta añadir detalle. El títulu diba veni-y servíu en bandexa de plata, si se nos permite'l chiste malu, puestos a facer chistes de duldosa gracia: "Comida basoria" y hasta podía enchipase l'artista d'ellaborar un ácidu y demoledor discursu escontra los escesos de la cultura capitalista. Nada más evidente qu'un probe esfocicando nos restos d'una pizza y d'unes chips entafarraes de ketchup nun contenedor de basoria. Nada más orixinal.

Los que nos criamos nesi otru mundu onde'l pan y toles coses de comer yeren sagraos, non porque les bendiciera'l cielu, sinón la tierra, el trabayu, onde los probes nun yeren apestaos sinón vecinos de la mesma comunidá que les circunstancies de la vida echaran a la caleya y polo tanto xente cola que compartir lo que se tien y a la qu'aidar porque la suerte ye soltera o vilda, como diz el cantar, nunca moza casadera... Nós, a nós, enxamás nos diben topar aplaudiendo al artista multidisciplinar contemporáneu autor de la perfomance titulada "Comida basoria". Llamaríamos-y l'atención coles nuestres peores maneres, llamaríamos-y sinvergoña, caradura, fíu de naide, infame...por dicir el que nunca pasó fame. En cierto naide, nin siquier ún tenía derechu a falar del home que comía directamente d'un contenedor de basoria ensin pidí-y permisu, ensin pidí-y perdón por aceptar como un mal inevitable esta mierda de mundu nel que vivimos.

terça-feira, 12 de junho de 2012

alegría

Hai palabres estridentes. En cierto determinaes palabres paez que nacieron pa rotulase en vistoses mayúscules, a ser posible resaltaes con focos d'esos que desllumen y dexen los güeyos cegaratos d'estrellines.

"Ye tan guapu que repuna", dicíen les muyeres en mio casa de ciertu galán de cine o cantante de moda, enforma perfectu pa ser de carne y güesu. Podía dicise otro tanto d'eses palabres con vocación de lletreru lluminosu y que rinchen nos oyíos cuando se pronuncien con un aquello d'énfasi.

La palabra alegría, por exemplo. Pertenez a la categoría de los vocables comunes colos que se filvanaron bien de cantares y versos populares o la poética d'autores tan delicaos como Taine, Emily Dickinson, Rosalía, Eugenio de Andrade. Una palabra como ríu, fonte, alma, lluna, trébole, reitán, soledá. Palabres humildes y verdaderes coles que se puede trazar una elexía sublime lo mesmo qu'una solemne cursilada. 

Sicasí nenguna d'eses palabres elementales tolera la mayúscula o la voz alta, ye como si fueren inmunes a ello: ¿quién puede gritar o escribir en capitulares de diariu deportivu la palabra lluna, soledá o alma, a nun ser una persona mui desquiciada?. A l'alegría, sicasí, paez que-y pasó como a eses mocines o mocinos curiosinos a los qu'a fuerza de sentir emponderamientos al so pasu dende bien nuevos, la guapura subióse-yos a la mollera y avezáronse a querer resaltala inda más con toa triba d'artificios: maquillaxe, atildamientu, tontería... 

Probe alegría. Da un poco de pena esa criatura que lo tenía too p'agradar a cualaquier ser mortal y que por mor del so enclín al perifollu y a la fachenda quedó sola.

sexta-feira, 8 de junho de 2012

sange negro

De toles coses que se vieron y se sintieron estos díes nos medios de comunicación a propósitu del conflictu mineru la que más m'impresionó fue la imaxe d'un rapaz que s'acercaba a una cámara de televisión pa declarar: "Aquí tenemos toos la sangre negra". Nun sé si la frase yera esactamente esa o: "Nosotros tenemos toos la sangre negra", "Los mineros tenemos toos la sangre negra"... Una declaración en cualquier casu d'eses que nun caen embaxo a naide.

Hai frases que dan abondo pa pensar porque namás pueden tener un significáu, otres como esta son fondes pola diversidá de significaos que proponen. El rapaz podía tar a falar del sentimientu de comunidá col que s'identifica tola xente de les cuenques al través de la minería o mesmo en sentíu más restrinxíu a la solidaridá que xune a tolos trabayadores del carbón, a la "sangre negra" que toos ellos comparten pol so contactu físicu diariu col mineral. Mesmo podía tar a falar de que los mineros teníen el sangre negro d'indignación y rabia o de la necesaria unidá de toos ellos per enriba d'estratexes sindicales estremaes o de les sos circunstancies particulares. 

Puestos a escurrir, quién sabe si tuviere a reivindicar la ferocidá combativa de los mineros difundida pola propaganda de los sos enemigos de clase dende la revolución del 34 y caltenida mientres la guerra civil y la postguerra pa xustificar la represión contra la xente de les cuenques. Inda a primeros de los años sesenta, en delles zones del estáu, pervivía nel imaxinariu colectivu la estampa del mineru como una especie de terrorista desalmáu, al que poco-y faltaba pa completar el so equipu de demoniu dinamiteru qu'un par de cuernos y un rabu, según remembren inda güei dellos de los trabayadores desterraos por mor de la segunda fuelga del 62. Aquellos mostruos bien podíen tener el sangre negro. 


Cualquier d'estos significaos y sobremanera toos en xunto faen grande a esa frase soltada por un mineru mozu a una cámara de televisión ente les barricaes que cortaben una de les principales víes de tránsitu del país. Fuera d'equí de xuro sonara enigmática, surrealista, casi una suerte de greguería a lo Ramón Gómez de la Serna. Los d'equí entendímosla toos a la primera. 


Como la rapacería que se crió nos barrios republicanos de Derry y otros puntos calientes del Ulster dende los años sesenta, los que nacimos na Cuenca tamos familiarizaos dende bien nenos cola estampa de les fuerces antidisturbios escorriendo a los nuestros familiares o vecinos, a los cascos, los escudos, los toletes, les pelotes de goma y los botes de fumo. Eso de ver a la Policía (o a la Guardia Civil) non como nel restu del mundu y nes películes y series de televisión persiguiendo a los malos, sinón a paisanos corrientes, xente a la que conocíemos de tola vida, a los nuestros, mesmo a nós si nos travesábemos nuna d'eses escorribandes, eso tien de formar nún cierta concepción de la realidá. Cría ciertos humores negros nel sangre d'ún, talo figuraben los griegos. Bilis, calter foscu, tastu permanente na boca de tar mordigañando una cáscara amarga. 

El sangre negro que nos fierve nes venes cuando vemos a unos puntos d'uniforme y pertrechaos con hermanu equipamientu al de Robocop (seguramente bellísimes persones, escelentes maríos, mozos y padres de familia exemplares, trabayadores malpagaos y víctimes de les arbitrariedaes y abusos de la superioridá xerárquico, xente corriente como nós...) escorriendo per un prau arriba a unos cuantos rapazos de los nuestros, vecinos, parientes, amigos... Fierve nes venes esi sangre que ye'l de los malos humores, el que podrez hasta'l corazón más llimpiu y el calletre más cabal. Y inda racionalizando les coses, sabiendo bien qu'esos Robocops nun son l'enemigu y simplemente faen el so trabayu, porque dalguién tien de facer esi trabayu: si se corta una carretera, abrir el pasu; si se dispara contra ellos, anque sean voladores, responder... El nuestru sangre negro siente'l llamáu de ponese na banda de los que cuerren monte arriba lluchando pol únicu futuru que-yos queda, el que-yos nieguen.







sábado, 2 de junho de 2012

cariciar la culiebra

Ortigues.
De nenos xugábemos
a pasar la mano per elles
sin ortiganos.

Adulces
deprendimos
qu'en tardes de muga
les sos fueyes
ortiguen menos,
tamién cuando
les toques coles manes moyaes.
Un xuegu aburríu,
de cobardes. 

La preba de verdá
yera arrimar los deos,
la mano entera,
ensin eses macanes,
sentir el rozu de la ortiga
(aquellos pelucos como
los que nos empezaben salir en bigote)
y aguantar mecha
sin apistañar.


Llamábamos-y a esi xuegu:
"Cariciar la culiebra"
y ortigar, claro, ortigábamonos.
El trucu consistía en disimulalo
énte los otros
aparentando
una fachendosa inmunidá.

Yera asina. Poca cosa.
Refugaya pal antropólogu
o pal mistificador
qué busquen dalgo más
nesos ritos d'iniciación.

Nun nos preparábemos pa ser guerreros bravos
nin paisanos d'una pieza,
nin siquier pa ser quien a finxir valor
ente'l dolor, el mieu o l'adversidá,
naquellos xuegos
simplemente deprendíemos
a ser como los demás,
a guarecenos del peligru col camuflaxe
más eficaz de toos:
el de pasar desapercibíos.