Conozo la llingua
de la nueche,
el so aliendu escuru
cuando fala,
los sos vezos
d'olvidar
per ú pasa y se pierde
marmurando
de ti y de mi,
de naide,
de los muertos,
alcuando siéntola
responder
los aullíos de los perros
que vaguen perdíos
peles cais
y cómo éstos se vuelven
ximíos penurientos,
uxares d'agonía,
hasta qu'a la fin
abocanen,
otres veces fala
riendo a gargayaes
peles esquines
con borrachos
y muyeres de la vida,
susurria-yos a la oreya
secretos incomprensibles,
espélurcia-yos les guedeyes
o rebusca nes sos carteres
les últimes monedes,
conozo bien esa llingua,
les sos macanes
de lladruepa caleyera,
ónde m'espera
de la que vuelvo pa en casa
siempre col mesmu cuentu,
eses palabres gastaes
que naide-y cree
y toos temen.
La lengua de la noche
Conozco la lengua
de la noche,
su aliento oscuro
cuando habla,
su costumbre
de olvidar
por donde pasa y se pierde
murmurando
de tí y de mí,
de nadie,
de los muertos,
a veces la escucho
responder
el aullido de de los perros
que vagan perdidos
por las calles
y cómo éstos se vuelven
gemidos lastimeros,
estertores de agonía,
hasta que por fin
se extinguen,
otras veces habla
riendo a carcajadas
por las esquinas
con borrachos
y mujeres de la vida,
les susurra al oído
secretos incomprensibles,
les despeina el pelo
o rebusca en sus carteras
las últimas monedas,
conozco bien esa lengua,
sus trucos
de ladrona vagabunda,
dónde me espera
cuando vuelvo a casa
siempre con la misma historia,
esas palabras gastadas
que nadie cree
y todos temen.
segunda-feira, 17 de setembro de 2012
domingo, 16 de setembro de 2012
Adiós España
Al otro lado de estos muros estuvo la sinagoga en la que los judíos de Ribadavia escucharon la voz de La Torá durante varias generaciones. Tras la expulsión decretada por los Reyes Católicos en 1492, las principales familias gentiles ribadavienses hicieron grabar los escudos de sus armas en el frontispicio del tempo hebreo. Era su manera de celebrar la imposición de la cruz sobre la estrella de David, o lo que representaba en su caso: la purga en la cúspide de la vida económica y social de la próspera villa ourensana de sus competidores hebreos.
Semejantes celebraciones e idéntico recocijo experimentaron en tantos otros lugares de los reinos de Isabel y Fernando los principales señores cristianos, laicos y eclesíasticos, con la expulsión de aquellos judíos, especialmente de los más prósperos, que tan molestos debían de resultarles para su modo de vida, basado en el dolce fer niente y en los tributos: rentas, foros y diezmos, que estaban obligados a rendirles los campesinos de sus tierras. Esta era la riqueza y el poderío que les gustaba exhibir ante sus pares o ante sus propios señores, los reyes. No podían tolerar que hubiera otros más ricos o poderosos que ellos y que lo fueran no por cuna u órdenes canónicas, más como resultado del ejercicio de oficios tan innobles como las finanzas, la artesanía, el comercio, así como otros, que ejercidos por manos no cristianas, resultaban igualmente dudosos en las profesiones liberales: médicos, boticarios, abogados, arquitectos...
De burradas como la expulsión de los judíos y los moriscos se ha forjado la historia de las Españas, de estos territorios a los que las sucesivas dinastías de Austrias y Borbones forzaron a reagrupar bajo las artificiosas formas de una unidad cada vez más centralista y la obligatoria singularidad de un solo reino: el de España.
El centralismo que construyó grandes naciones modernas como Francia, por poner al estado vecino como ejemplo, "en un viejo país ineficiente" (como bien lo describió el poeta Gil de Biedma) como España sólo sirvió para que las desigualdades territoriales aumentaran, el poder se encastillara en una administración tan sobrecargada de funcionarios como inepta para resolver los asuntos más esenciales y se asentaran formas de jerarquía social tan catastróficas como el caciquismo del siglo XIX y buena parte del XX.
El proyecto de España como nación siempre se ha querido sustentar sobre los principios de máxima autoridad y mínimas libertades, por un lado y por el otro en la negación de la singularidad y la diversidad religiosa, ideológica, cultural, lingüística, etc., como garantía de ese poder autoritario. La luz liberal e ilustrada de las Cortes de Cádiz prontó fue aplastada por el absolutismo de Fernando VII y los sucesivos intentos de reformismo político progresista posteriores, entre ellos la llamada "Gloriosa" del 68 y la I República de Pi y Maragall, siguieron idéntico camino, a veces de manera más sutil y aprovechando los movimientos reaccionarios más radicales, como el carlismo (que también escondía un importante descontento de las clases populares, del campesinado especialmente...), en su propio beneficio para subrayar el supuesto carácter liberal de los gobiernos de la Regencia o la Restauración. La II República , aunque hayan pasado ochenta años desde su proclamación, está aún lo suficientemente fresca en nuestra memoria para recordar cómo acabó.
Franco hizo suyos el yugo y las flechas que la Falange de José Antonio había rescatado del emblema de los Reyes Católicos. Los enemigos del nuevo régimen dictatorial, que se intitulaba Reino (sin monarca en el trono, aunque sí, posteriormente con príncipe heredero), los resumía el dictador en sus múltiples arengas como los nuevos jinetes del Apocalipis que perseguía el fin y la ruina de la nación española: judíos, masones, rojos y separatistas.
Algo de todas estas burradas y atrocidades que relacionan la política de los Reyes Católicos con los borbones absolutistas y con Franco, parece que se ha transmitido a los genes ideológicos de una parte de los actuales ciudadanos de las Españas o tal vez sólo a los más visibles, esos que parecen especialmente celosos de ejercer (al servicio de sus poderosas empresas mediáticas de mercado principalmente "nacional", vale por decir centralista, o al servicio de su peculiar concepto del patriotismo) de una especie de Manolos del Bombo de la unidad de España. Las cosas que se oyen o se leen últimamente referidas a las aspiraciones independentistas de una considerable mayoría de la sociedad catalana, y no sólo en los medios más reaccionarios y cerriles del estado, parecen labradas con la misma prepotencia pétrea que esos escudos de los cristianos principales de la Ribadavia de 1492 sobre la puerta de la antigua sinagoga de sus vecinos hebreos.
De los catalanes se repiten los mismos improperios que en otras épocas se dedicaron a los judíos: amigos del dinero, roñosos, usureros, envidiosos, aprovechados, demasiado "suyos"... Y que, sin ir tan lejos, aquí mismo en el país, padecieron también durante siglos, comunidades como la de los vaqueiros, a los que se les acusaba de otro tanto para segregarlos de los buenos vecinos cristianos (los que preferían vivir miserablemente sólo por no tomarse el trabajo de seguir el ejemplo de los vaqueiros, que a fuerza de tesón, esfuerzo y sentido práctico, conseguían rentabilizar al menos una parte de lo invertido en labores y perras y aprovecharlo para mejorar sus condiciones de vida y las de los suyos).
A algunos beneficiarios o administradores de fortunas conseguidas a base de especulaciones y corruptelas durante varias generaciones y otros tantos gobiernos, les molesta que haya un territorio en las Españas donde se estimula -con la misma devoción que la propia lengua y la propia identidad nacional- una cultura económica bien distinta, basada en la diversificación productiva, el ahorro, el esfuerzo continuado, la receptividad a las nuevas ideas,...El gran escritor y observador de la realidad del mundo Josep Pla decía: "En Cataluña quien tiene una idea, tiene una fortuna asegurada". La prudencia, la moderación, la capacidad para el diálogo y la negociación, la valoración de lo propio tanto como de lo ajeno, son virtudes que han caracterizado la mentalidad catalana tanto en el terreno comercial-empresarial, como en el político.
Hay palabras que parecen arrastrar un tufu de maldición a pesar de su proximidad etimológica o semántica con otras. Es el caso de la palabra negocio. Un demagogo de la izquierda más revenida podría decir que la palabra "negocio" es conservadora y su pariente "negociación", progresista. Todavía debe haber gente así que niega estas cosas y que miran mal a uno si recuerda que sin negocio y sin negociación dificilmente habríamos evolucionado los seres humanos hacia el progreso y la igualdad social. Asunto distinto es resolver que el negocio sea bueno para todos o sólo para unos pocos. Por sí solo el negocio nunca puede ser malo si sus beneficios se reparten equitativamente, etc. Bien, pues el sentido común y la sensatez, tan fundamentales para hacer que prospere cualquier negocio y cualquier negociación, parecen ser los motores que han encendido el cada vez más notorio sentimiento independentista de Cataluña. La aportación económica de esta comunidad al conjunto del estado es superior a lo que ella recibe de éste y así no hay negocio posible. ¿Qué cuenta les trae a los catalanes seguir perteneciendo a un estado que les esquilma y con el que poca negociación cabe mientras niegue esta realidad y pretenda arrastrar a Cataluña en la misma política sin rumbo, de palos de ciego, únicamente preocupada en que cuadren los imposibles números de una deuda cada vez mayor, por muchas ingenierías financieras que intenten, y una sociedad cada vez más perjudicada y empobrecida por los ajustes del Gobierno? Es lógico que una buena parte de los ciudadanos de Cataluña piensen que lo único sensato es seguir su propio camino, el de un país que sería más próspero y con más oportunidades para todos, en lugar de ese en el que les quieren condenar a ser dentro de ese banco sin crédito ni credibilidad llamado España.
Y es triste, en este paisín que llamamos Asturies, por llamarlo de alguna manera, entrar en un chigre y escuchar a todos los babayos de la tierra unidos echando pestes de Cataluña y los catalanes. Deben de ser los mismos que votaron a la UPD de Rosa Díez o que votan a los otros partidos del sistema español con idénticos prejuicios hacia Cataluña o hacia el País Vasco. No se les ocurre pensar que la causa de sus infelicidades económicas y sociales tal vez no esté en Barcelona o en Bilbao, que el Madrid de su admirada Esperanza Aguirre -a la que también estos babayos profesan hermana simpatía a la que sienten por la Dïez, sobre todo cuando dice alguna pública barbaridad- en la Sierra de Guadarrama y en las calles del entorno de la de Salamanca está lleno de manguanes y especuladores, podres de perres gracias a sus adineradas estirpes enriquecidas por la la ley del mínimo esfuerzo: la corruptela, los pelotazos, el atraco y la estafa de guante blanco...Esos señoritos no soltarían un duro en tierra de paletos como no fuese para que los nativos les divirtieran bailando una jota o un xiringüelu y así poder reirse con gusto de ellos, de todos esos que aunque intenten disimularlo, se les nota a leguas el acento pueblerino y su tafu a cabras, a vacas, a ovejas o a ajo arriero.
Vamos, que si uno estuviese en situación, si lo estuviese esta tierra de praos improductivos, cuchu sin destino, fabaes con fabes de la Granja importadas del estado de Chiapas, México, gente babaya que vota a Rosa Díez o a sus imitadores de aquí de los partidos del sistema, si se estuviese en otras, envidiables circunstancias, ante esta España en donde nos pretenden centrifugar a todos los probinos de las Españas en la más absoluta miseria, a voz en grito se sumaba uno al clamor que inició hace más de un siglo don Joan Maragall desde Cataluña: Adeu Espanya...y mucha suerte, que nosotros seguiremos nuestro propio camino...
Semejantes celebraciones e idéntico recocijo experimentaron en tantos otros lugares de los reinos de Isabel y Fernando los principales señores cristianos, laicos y eclesíasticos, con la expulsión de aquellos judíos, especialmente de los más prósperos, que tan molestos debían de resultarles para su modo de vida, basado en el dolce fer niente y en los tributos: rentas, foros y diezmos, que estaban obligados a rendirles los campesinos de sus tierras. Esta era la riqueza y el poderío que les gustaba exhibir ante sus pares o ante sus propios señores, los reyes. No podían tolerar que hubiera otros más ricos o poderosos que ellos y que lo fueran no por cuna u órdenes canónicas, más como resultado del ejercicio de oficios tan innobles como las finanzas, la artesanía, el comercio, así como otros, que ejercidos por manos no cristianas, resultaban igualmente dudosos en las profesiones liberales: médicos, boticarios, abogados, arquitectos...
De burradas como la expulsión de los judíos y los moriscos se ha forjado la historia de las Españas, de estos territorios a los que las sucesivas dinastías de Austrias y Borbones forzaron a reagrupar bajo las artificiosas formas de una unidad cada vez más centralista y la obligatoria singularidad de un solo reino: el de España.
El centralismo que construyó grandes naciones modernas como Francia, por poner al estado vecino como ejemplo, "en un viejo país ineficiente" (como bien lo describió el poeta Gil de Biedma) como España sólo sirvió para que las desigualdades territoriales aumentaran, el poder se encastillara en una administración tan sobrecargada de funcionarios como inepta para resolver los asuntos más esenciales y se asentaran formas de jerarquía social tan catastróficas como el caciquismo del siglo XIX y buena parte del XX.
El proyecto de España como nación siempre se ha querido sustentar sobre los principios de máxima autoridad y mínimas libertades, por un lado y por el otro en la negación de la singularidad y la diversidad religiosa, ideológica, cultural, lingüística, etc., como garantía de ese poder autoritario. La luz liberal e ilustrada de las Cortes de Cádiz prontó fue aplastada por el absolutismo de Fernando VII y los sucesivos intentos de reformismo político progresista posteriores, entre ellos la llamada "Gloriosa" del 68 y la I República de Pi y Maragall, siguieron idéntico camino, a veces de manera más sutil y aprovechando los movimientos reaccionarios más radicales, como el carlismo (que también escondía un importante descontento de las clases populares, del campesinado especialmente...), en su propio beneficio para subrayar el supuesto carácter liberal de los gobiernos de la Regencia o la Restauración. La II República , aunque hayan pasado ochenta años desde su proclamación, está aún lo suficientemente fresca en nuestra memoria para recordar cómo acabó.
Franco hizo suyos el yugo y las flechas que la Falange de José Antonio había rescatado del emblema de los Reyes Católicos. Los enemigos del nuevo régimen dictatorial, que se intitulaba Reino (sin monarca en el trono, aunque sí, posteriormente con príncipe heredero), los resumía el dictador en sus múltiples arengas como los nuevos jinetes del Apocalipis que perseguía el fin y la ruina de la nación española: judíos, masones, rojos y separatistas.
Algo de todas estas burradas y atrocidades que relacionan la política de los Reyes Católicos con los borbones absolutistas y con Franco, parece que se ha transmitido a los genes ideológicos de una parte de los actuales ciudadanos de las Españas o tal vez sólo a los más visibles, esos que parecen especialmente celosos de ejercer (al servicio de sus poderosas empresas mediáticas de mercado principalmente "nacional", vale por decir centralista, o al servicio de su peculiar concepto del patriotismo) de una especie de Manolos del Bombo de la unidad de España. Las cosas que se oyen o se leen últimamente referidas a las aspiraciones independentistas de una considerable mayoría de la sociedad catalana, y no sólo en los medios más reaccionarios y cerriles del estado, parecen labradas con la misma prepotencia pétrea que esos escudos de los cristianos principales de la Ribadavia de 1492 sobre la puerta de la antigua sinagoga de sus vecinos hebreos.
De los catalanes se repiten los mismos improperios que en otras épocas se dedicaron a los judíos: amigos del dinero, roñosos, usureros, envidiosos, aprovechados, demasiado "suyos"... Y que, sin ir tan lejos, aquí mismo en el país, padecieron también durante siglos, comunidades como la de los vaqueiros, a los que se les acusaba de otro tanto para segregarlos de los buenos vecinos cristianos (los que preferían vivir miserablemente sólo por no tomarse el trabajo de seguir el ejemplo de los vaqueiros, que a fuerza de tesón, esfuerzo y sentido práctico, conseguían rentabilizar al menos una parte de lo invertido en labores y perras y aprovecharlo para mejorar sus condiciones de vida y las de los suyos).
A algunos beneficiarios o administradores de fortunas conseguidas a base de especulaciones y corruptelas durante varias generaciones y otros tantos gobiernos, les molesta que haya un territorio en las Españas donde se estimula -con la misma devoción que la propia lengua y la propia identidad nacional- una cultura económica bien distinta, basada en la diversificación productiva, el ahorro, el esfuerzo continuado, la receptividad a las nuevas ideas,...El gran escritor y observador de la realidad del mundo Josep Pla decía: "En Cataluña quien tiene una idea, tiene una fortuna asegurada". La prudencia, la moderación, la capacidad para el diálogo y la negociación, la valoración de lo propio tanto como de lo ajeno, son virtudes que han caracterizado la mentalidad catalana tanto en el terreno comercial-empresarial, como en el político.
Hay palabras que parecen arrastrar un tufu de maldición a pesar de su proximidad etimológica o semántica con otras. Es el caso de la palabra negocio. Un demagogo de la izquierda más revenida podría decir que la palabra "negocio" es conservadora y su pariente "negociación", progresista. Todavía debe haber gente así que niega estas cosas y que miran mal a uno si recuerda que sin negocio y sin negociación dificilmente habríamos evolucionado los seres humanos hacia el progreso y la igualdad social. Asunto distinto es resolver que el negocio sea bueno para todos o sólo para unos pocos. Por sí solo el negocio nunca puede ser malo si sus beneficios se reparten equitativamente, etc. Bien, pues el sentido común y la sensatez, tan fundamentales para hacer que prospere cualquier negocio y cualquier negociación, parecen ser los motores que han encendido el cada vez más notorio sentimiento independentista de Cataluña. La aportación económica de esta comunidad al conjunto del estado es superior a lo que ella recibe de éste y así no hay negocio posible. ¿Qué cuenta les trae a los catalanes seguir perteneciendo a un estado que les esquilma y con el que poca negociación cabe mientras niegue esta realidad y pretenda arrastrar a Cataluña en la misma política sin rumbo, de palos de ciego, únicamente preocupada en que cuadren los imposibles números de una deuda cada vez mayor, por muchas ingenierías financieras que intenten, y una sociedad cada vez más perjudicada y empobrecida por los ajustes del Gobierno? Es lógico que una buena parte de los ciudadanos de Cataluña piensen que lo único sensato es seguir su propio camino, el de un país que sería más próspero y con más oportunidades para todos, en lugar de ese en el que les quieren condenar a ser dentro de ese banco sin crédito ni credibilidad llamado España.
Y es triste, en este paisín que llamamos Asturies, por llamarlo de alguna manera, entrar en un chigre y escuchar a todos los babayos de la tierra unidos echando pestes de Cataluña y los catalanes. Deben de ser los mismos que votaron a la UPD de Rosa Díez o que votan a los otros partidos del sistema español con idénticos prejuicios hacia Cataluña o hacia el País Vasco. No se les ocurre pensar que la causa de sus infelicidades económicas y sociales tal vez no esté en Barcelona o en Bilbao, que el Madrid de su admirada Esperanza Aguirre -a la que también estos babayos profesan hermana simpatía a la que sienten por la Dïez, sobre todo cuando dice alguna pública barbaridad- en la Sierra de Guadarrama y en las calles del entorno de la de Salamanca está lleno de manguanes y especuladores, podres de perres gracias a sus adineradas estirpes enriquecidas por la la ley del mínimo esfuerzo: la corruptela, los pelotazos, el atraco y la estafa de guante blanco...Esos señoritos no soltarían un duro en tierra de paletos como no fuese para que los nativos les divirtieran bailando una jota o un xiringüelu y así poder reirse con gusto de ellos, de todos esos que aunque intenten disimularlo, se les nota a leguas el acento pueblerino y su tafu a cabras, a vacas, a ovejas o a ajo arriero.
Vamos, que si uno estuviese en situación, si lo estuviese esta tierra de praos improductivos, cuchu sin destino, fabaes con fabes de la Granja importadas del estado de Chiapas, México, gente babaya que vota a Rosa Díez o a sus imitadores de aquí de los partidos del sistema, si se estuviese en otras, envidiables circunstancias, ante esta España en donde nos pretenden centrifugar a todos los probinos de las Españas en la más absoluta miseria, a voz en grito se sumaba uno al clamor que inició hace más de un siglo don Joan Maragall desde Cataluña: Adeu Espanya...y mucha suerte, que nosotros seguiremos nuestro propio camino...
segunda-feira, 10 de setembro de 2012
quarta-feira, 29 de agosto de 2012
arqueoloxía industrial
Esos fierros podres
que se reflexen
nel charcu
de los díes mustigos
(deos de naide,
de muertos,
uñes puerques,
dentera
de nada,
cadarmes escariaes),
fueron alcuando
sueños
pan
pesetes,
el corazón bravíu
d'un riscar
qu'arrestallaba
bruques del nublu
y trallazos d'esclarión
nes tenebres.
Hai ruines que resquemen
al tocales.
Toca estos fierros,
caricia'l so ferruñu
hasta que se t'arien les manes.
Caricia estes forgaxes ferruñoses,
son les manes de to padre.
que se reflexen
nel charcu
de los díes mustigos
(deos de naide,
de muertos,
uñes puerques,
dentera
de nada,
cadarmes escariaes),
fueron alcuando
sueños
pan
pesetes,
el corazón bravíu
d'un riscar
qu'arrestallaba
bruques del nublu
y trallazos d'esclarión
nes tenebres.
Hai ruines que resquemen
al tocales.
Toca estos fierros,
caricia'l so ferruñu
hasta que se t'arien les manes.
Caricia estes forgaxes ferruñoses,
son les manes de to padre.
segunda-feira, 27 de agosto de 2012
los trastos vieyos
De mio bisgüelu maternu Manolín de La Choza sentí-y dicir una vez a un paisanu de Villallái, nos montes de Blimea, un epitafiu bien guapu: "Yera mui amañosu. Sabía facer horros y carros del país".
Hasta entós namás sabía d'él que yera carpinteru y medio albañil. Él mesmu, coles sos propies manes y los sos cálculos de curiosu p'afayar la sección áurea y el principiu de les pieces correspondientes, llevantó una casa de bona piedra y trabes de castañu pa una prole de diecisiete fíos qu'enxamás nunca llegó morala: marcharon toos del llar siendo malpenes unos rapacinos...Eso me cuntaba mio madre. Descubrir qu'amás tenía la maña pa construir horros y carros de gües, que tamién facía arcones y arquexos, afinaba gaites y curdiones, arreglaba reloxes, devolvióme una figuración d'él como d'una especie de magu Merlín. Basta reparar nes lámines de cualaquier estudiu etnográficu la sinfinidá de pieces que faen falta pa llevantar un horru o pa qu'encaxen una con otra y toes coles demás por echar andar un carru con exa de cantaéra, pa decatase qu'arriendes d'una gran técnica fai falta una sensibilidá mui próxima a la maxa.
A ún polo menos ya-y prestaba, en llegándo-y la hora, criar ortigues embaxo una llastrina que punxere: "Yera mui amañosu. Sabía facer horros y carros del país". ¿De cuánta xente se puede dicir eso?
Alcuérdome perfectamente de les palabres d'aquel paisanu de Villallái que conociere de nenu al güelu de mio madre. Después de falame d'él fexo un aparte sentenciosu, apuntando cola punta'l so cayáu a un par d'horros en ruines que teníemos enfrente: "Los nuestros güelos llevantaben horros, nosotros nun sabemos más que mete-yos embaxo los trastos vieyos".
Hasta entós namás sabía d'él que yera carpinteru y medio albañil. Él mesmu, coles sos propies manes y los sos cálculos de curiosu p'afayar la sección áurea y el principiu de les pieces correspondientes, llevantó una casa de bona piedra y trabes de castañu pa una prole de diecisiete fíos qu'enxamás nunca llegó morala: marcharon toos del llar siendo malpenes unos rapacinos...Eso me cuntaba mio madre. Descubrir qu'amás tenía la maña pa construir horros y carros de gües, que tamién facía arcones y arquexos, afinaba gaites y curdiones, arreglaba reloxes, devolvióme una figuración d'él como d'una especie de magu Merlín. Basta reparar nes lámines de cualaquier estudiu etnográficu la sinfinidá de pieces que faen falta pa llevantar un horru o pa qu'encaxen una con otra y toes coles demás por echar andar un carru con exa de cantaéra, pa decatase qu'arriendes d'una gran técnica fai falta una sensibilidá mui próxima a la maxa.
A ún polo menos ya-y prestaba, en llegándo-y la hora, criar ortigues embaxo una llastrina que punxere: "Yera mui amañosu. Sabía facer horros y carros del país". ¿De cuánta xente se puede dicir eso?
Alcuérdome perfectamente de les palabres d'aquel paisanu de Villallái que conociere de nenu al güelu de mio madre. Después de falame d'él fexo un aparte sentenciosu, apuntando cola punta'l so cayáu a un par d'horros en ruines que teníemos enfrente: "Los nuestros güelos llevantaben horros, nosotros nun sabemos más que mete-yos embaxo los trastos vieyos".
quarta-feira, 22 de agosto de 2012
Filme Sophia de Mello Breyner Andresen - Parte 1 de 2
Filme documental de J. César Monteiro "Sophia de Mello Breyner Andresen", 1970.
segunda-feira, 20 de agosto de 2012
la otra vida
Pa los aboríxenes australianos la memoria y los sueños formen parte d'una mesma realidá. Trátase d'una realidá más física -xeográfica- que metafísica, un auténticu país colos sos ríos, los sos caminos, les sos aldees, la so xente y los propios sueños d'esa xente.
Dalgún espíritu viaxeru de los del tresmundu aborixen hebo colase nos mios sueños d'un tiempu p'acó y por eso últimamente nun fai más que mecese la memoria de lo vivío colo soñao. Amigos y xente querío d'otros díes, dalgunos ya nel llau d'alló del ríu de la vida, visítenme y acompáñenme pelos mios sueños como Pedro per so casa. Xuntos volvemos a charrar y a compartir chancies, confidencies, planes pal futuru, como si enxamás nos hubiéremos separao. Una de les presencies que más se prodiga ye la de mio padre: nel sueñu siguimos diendo xuntos a los sitios, comentando l'actualidá político o xugando al axedrez; alcuando xubimos hasta'l Mayáu Solís pel camín del Socavón, ente Cuetos y L'Artosa, y de sópitu apara con munchu misteriu, señala cola mano pa la rama d'un fresnu: "¿Nun lu sientes cantar? Ye'l raitán (o el malvís, el tordín, la zarrica que ruxe como un moscardu...)". Tamién para bastante pelos sueños aquel amigu de la mocedá que s'enfotó en mi pa un asuntu de verdá importante pa él y yo fallé-y, traicioné esi enfotu puestu en mi: agora paez que ya nun s'alcuerda d'ello o nun lo tien en cuenta, compórtase comigo igual que daquella, va más de trenta años, siguimos a enfotanos ún nel otru.
Supongo que la idea d'un más alló, d'otra vida al otru llau de la muerte, debió escurríse-yos a dalgunos -igual a los mesmos que concibieron la metáfora poética de sueñu por muerte- pensando nos sueños. Otru mundu paralelu o prollongador de la vida vivida que, como esta, unes veces ye infiernu, otres paraísu, davezu purgatoriu o limbu. Nél siguimos gastando les mesmes costumes y zunes, compartiendo les hores cola mesma xente que conocimos,
enquivocándonos y acertando nos mesmos enguedeyos; de vez en cuando entamamos dalguna estravagancia d'eses que tanto-yos prestaben a los surrealistes: esnalamos pel pasiellu de casa ensin chocar coles paredes, fabricamos un exércitu de tortugues con plastilina o compartimos una esperiencia sexual fetichista con una muyer bien estraña que nos anima d'una manera que nun podemos resistir a calza-y descalca-y zapatos con tacón d'aguya. Mesmo pinta de ralo en ralo el cuentu chinu de raigón taoista a lo Chuang Tzu, el que soñó que yera una mariposa y en despertando nun sabía si yera Chuang Tzu que soñara ser una mariposa o una mariposa que soñara ser Chuang Tzu, y sueña ún que despierta, llevántase, escomienza facer les coses corrientes de tolos díes hasta que despierta de verdá y decátase de que taba soñando.
Si dalgún día me descubren lluchando coles armes na mano por un país, asegúro-yos que l'únicu diba ser esa patria de los sueños y la memoria na que creen los aboríxenes australianos. Una tierra onde s'escaezan les alcordances males y namás rescamplen la xente y los momentos que más s'echen de menos. Énte una patria asina toles otres abulten tremendamente vulgares, dañibles, estranxeres.
Dalgún espíritu viaxeru de los del tresmundu aborixen hebo colase nos mios sueños d'un tiempu p'acó y por eso últimamente nun fai más que mecese la memoria de lo vivío colo soñao. Amigos y xente querío d'otros díes, dalgunos ya nel llau d'alló del ríu de la vida, visítenme y acompáñenme pelos mios sueños como Pedro per so casa. Xuntos volvemos a charrar y a compartir chancies, confidencies, planes pal futuru, como si enxamás nos hubiéremos separao. Una de les presencies que más se prodiga ye la de mio padre: nel sueñu siguimos diendo xuntos a los sitios, comentando l'actualidá político o xugando al axedrez; alcuando xubimos hasta'l Mayáu Solís pel camín del Socavón, ente Cuetos y L'Artosa, y de sópitu apara con munchu misteriu, señala cola mano pa la rama d'un fresnu: "¿Nun lu sientes cantar? Ye'l raitán (o el malvís, el tordín, la zarrica que ruxe como un moscardu...)". Tamién para bastante pelos sueños aquel amigu de la mocedá que s'enfotó en mi pa un asuntu de verdá importante pa él y yo fallé-y, traicioné esi enfotu puestu en mi: agora paez que ya nun s'alcuerda d'ello o nun lo tien en cuenta, compórtase comigo igual que daquella, va más de trenta años, siguimos a enfotanos ún nel otru.
Supongo que la idea d'un más alló, d'otra vida al otru llau de la muerte, debió escurríse-yos a dalgunos -igual a los mesmos que concibieron la metáfora poética de sueñu por muerte- pensando nos sueños. Otru mundu paralelu o prollongador de la vida vivida que, como esta, unes veces ye infiernu, otres paraísu, davezu purgatoriu o limbu. Nél siguimos gastando les mesmes costumes y zunes, compartiendo les hores cola mesma xente que conocimos,
enquivocándonos y acertando nos mesmos enguedeyos; de vez en cuando entamamos dalguna estravagancia d'eses que tanto-yos prestaben a los surrealistes: esnalamos pel pasiellu de casa ensin chocar coles paredes, fabricamos un exércitu de tortugues con plastilina o compartimos una esperiencia sexual fetichista con una muyer bien estraña que nos anima d'una manera que nun podemos resistir a calza-y descalca-y zapatos con tacón d'aguya. Mesmo pinta de ralo en ralo el cuentu chinu de raigón taoista a lo Chuang Tzu, el que soñó que yera una mariposa y en despertando nun sabía si yera Chuang Tzu que soñara ser una mariposa o una mariposa que soñara ser Chuang Tzu, y sueña ún que despierta, llevántase, escomienza facer les coses corrientes de tolos díes hasta que despierta de verdá y decátase de que taba soñando.
Si dalgún día me descubren lluchando coles armes na mano por un país, asegúro-yos que l'únicu diba ser esa patria de los sueños y la memoria na que creen los aboríxenes australianos. Una tierra onde s'escaezan les alcordances males y namás rescamplen la xente y los momentos que más s'echen de menos. Énte una patria asina toles otres abulten tremendamente vulgares, dañibles, estranxeres.
domingo, 12 de agosto de 2012
díes d'inocencia
En 1992 la editorial Trabe publicó "Díes d'inocencia". Venti años después entamo esta pequeña broma audiovisual con una selección de los testos d'esti llibru:
sexta-feira, 10 de agosto de 2012
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